Caminamos hacia un abismo, la sociedad se dirige hacia un precipicio profundo, muy profundo, tanto que no alcanzamos a escuchar el ruido de las piedras al dejarlas caer, y no pareciera que quisieran detenerse para evitar la caída. En lo personal me importa un comino que esta se caiga y se pegue sendo porrazo. Aquello me tiene sin cuidado, siempre ha sucedido y esta no seria ni la ultima ni la primera, la muerte es parte de la vida, eso suena a sarcasmo, pero casi podemos decir que lo único que puede adjudicarse como verdad absoluta es que fallecemos. No, no es caer lo que me preocupa, no es el desconcierto ante nuevos paisajes, no es el temor a tomar caminos desconocidos, al contrario debiésemos recobrar la aventura; lo que me preocupa es que luego de este gran desplome de la civilización, entre las ruinas, le temamos a la aventura, que ese momento de renacimiento pase a ser un momento de suicidios en masa, recobrando la cultura desplomada y volviéndola a vivir, en su orden de ricos/pobres, explotador/explotado, trabajo/salario, tiempo/producción, poder/represión, opresores/oprimidos. Este orden que no encuentra sentido en nada más que en el “todos contra todos”.
Algún aristócrata, o quizás burgués, de siglos anteriores dijo que el hombre en estado natural vivía en guerra, todos contra todos en una lucha fraticida por sobrevivir e imponerse sobre el resto, y por esto el hombre necesita del Estado, o del Gobierno, sin importar que fuera capitalista o comunista, si mandaba rey o presidente; pero necesitamos al gobierno para encontrar la tranquilidad y la paz que en estado de naturaleza no tenemos y para esto tenemos que renunciar a la libertad, o a parte de ella, para darle facultades al estado. Y bueno, esa idea se planta con puntales de hierro en la mente de todos, gobernantes y gobernados como si fuese una verdad sin apelaciones, y no es tan así; a lo que me refiero es que no conozco la vida en naturaleza, y este caballero tampoco, pero si conozco el estado, lo vivimos todos los días, y algo que podemos notar en la historia, en las distintas historias de los distintos pueblos y estados es que todas las formas de gobierno entran en guerra con otras formas de gobierno, pero también con sus súbditos. Por decir solo algo, ahora en Chile esta la guerra contra los mapuche y la delincuencia, en Perú hace unos meses estaban en guerra con los indígenas amazónicos, todos los países de la ONU están en guerra con Haití, Estados Unidos esta en guerra contra los pobres, los inmigrantes de centro América, contra Irak, Afganistán, lo estuvo con Vietnam, corea del norte, contra la URSS; la URSS estuvo en guerra también contra “el pueblo” en Kronstadt, en Ucrania, y en toda Rusia, y con los nazis; los nazis estuvieron en guerra con toda Europa prácticamente a causa del odio contra los judíos y la expansión de la raza aria. Y los judíos ahora hacen lo mismo que les hicieron los nazis, pero a los palestinos. Es una cosa de dementes esto que estamos viviendo, pues el que puedas leer estas letras tranquilo en algún lugar no significa que no se este desatando una cruel batalla, y esta la dirige el estado, los estados, los gobiernos del mundo entero, ningún estado puede alcanzar la paz, pues si no tiene guerra con otro estado, la tiene contra sus súbditos, y si no es contra ellos es contra otro estado, o sirviendo de ayuda para una guerra que no es propia en lo que ahora se llama “ayuda humanitaria” con cascos azules y M-16. Esto porque la finalidad suprema del estado no es la paz, sino perpetuarse y fortalecerse.
La gran guerra de la actualidad esta también en otro plano, ya no necesitan hordas de fusileros, sino batallones de televisores, tarjetas de crédito y prisiones. Con el primero a hachazos te hacen entender lo que el estado te quiere explicar, con el segundo te balean con ofertas que amarran tu vida a la condena del guerrero derrotado trabajando para el señor capital, y el último es para los que no murieron peleando, pero no quisieron respetar el orden de la TV y el dinero plástico. De esos hay muchos y siguen naciendo, estamos bajo las piedras, en las esquinas, mirando re reojo la yuta pasar, sigilosos oliendo el dióxido de carbono de la ciudad, entre las sombras, con el desprecio por un mundo tan odiosamente maldito, arrojados por la cloaca del progreso entre la mierda misma del tercer mundo.
Olvidémonos entonces de que el estado es la paz, la paz no existe ahora; si la vivimos, y de esto estoy seguro, será sin estado, sin gobierno, sin autoridad. Yo digo que el “todos contra todos” lo vivimos bajo gobiernos de distintas categorías, calaña de miserables arpías. Pero propongo otra frase, pasemos del “todos contra todos” al “todos contra el todo”. Salgamos del basurero marginal a mostrar lo que somos y lo que podemos hacer.
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