POR RODOLFO MONTES DE OCA |
La victimólogia, es una rama de la criminología que se encarga de estudiar las victimas del delito en sus aspectos, biológicos, psicológicos, morales, culturales y sociales, con el fin de precisar su rol dentro de la acción delictual. Esta disciplina tiene por objeto el estudio de la persona agredida para determinar su relación con el delincuente y el papel que desempeño en el génesis del delito. Elías Neuman diría que, “la victimólogia es una suerte de criminología, pero al revés”.
El criminólogo Mendelsohn en su afán de amarañar más sus teorías, clasifico a las victimas de manera cualitativa según su grado de participación en el delito y distinguió 5 tipologias que son; la victima inocente, aquella que nada hizo para desencadenar la acción. La victima provocadora, que es la que con su provocación incita al delito. La victima voluntaria; aquella que colabora con el victimario. La victima agresora; que es la que simula una agresión de la que no fue objeto y por ultimo la victima por ignorancia, que es la que en forma irreflexiva provoca su propia victimización facilitando la actuación de su agresor, en esta ultima encaja a la perfección el anarquista.
Y encaja a la perfección porque nosotros mismos provocamos que se nos persiga. Desgraciadamente es así, muchas veces nuestras acciones son las herramientas necesarias para que el estado nos reprima. Pretender que no lo haga es una estupidez, porque seria ir contra la naturaleza coactiva del contrato social del cual fuimos relegados. Es obvio que no somos seres gratos para él, ni jamás lo seremos, representamos su antitesis, Cristian Ferrer diría que seria inconcebible el concepto de estado sin sus antónimos, es decir, nosotros. Por consiguiente no existe tal situación como la “criminalizacion” de los anarquistas, de manera espontánea, sino que por lo general es buscada, esto se acentúa mas con el hecho de que el estado aplica sus teorías lombrosianas con nosotros, es decir que no se nos juzga por los hechos sino por lo que representamos, creando de esta manera una victimizacion endógena. Inherente al rol social y lo que representamos en la sociedad. Tampoco se nos pueden aniquilar porque la práctica de un siglo de combate les ha demostrado que por cada anarquista muerto, nacen dos en su nombre. Sin embargo nos pueden controlar y mantenernos alienados en nuestras propias dinámicas que es lo que han venido aplicando.Entonces llegamos a la terrible disyuntiva del celebre ¿Qué hacer? Si actuamos seremos criminalizados y evitarlos es imposible. La única forma de romper la encrucijada no es la pasividad sino la creación de una red global de asistencia legal, económica y teórica que brinde al compañero la garantía de poder resistir detrás de los muros. La compañera Amanda Cerezo fue profeta en esto, al decir que “si no quieres problemas métete a boyscout y no anarquista” los problemas nos persiguen y nos seguirán persiguiendo, eso grávenselo. Pero lo que si debemos dejar a un lado es la actitud victimizante que siempre asumimos, es hora de que el movimiento anarquista deje de ser un movimiento de resistencia, que solo aguanta golpes para ser un movimiento de oposición y sobre todo de alternativa, y en eso todos debemos poner nuestro granito de arena.
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